Cuatro ideas para sobrepasar los cuarenta (y ser feliz en el intento)

 

Cuatro ideas para superar los cuarenta 

(y ser feliz en el intento)

Manuel Ángel Santana Turégano

Charlas de Cine ULL

 

Ayer fui al Aula de Cine de la ULL a ver la película Niágara. Aunque la película es excelente, y cuando ves muchas películas antiguas en versión original te das cuenta de lo actuales que aún siguen siendo, salí del cine con un sabor un tanto agridulce. Yo estuve allí hace 15 años. Fui en el verano de 2007, tenía 34, llevaba 4 años trabajando en la universidad y enero había conseguido por fin un contrato indefinido. Llevaba algo más de año y medio con mi novia, y como a ella le hacía tanta ilusión ir a Canadá ese verano hicimos un viaje de casi un mes en el que estuvimos, entre otros sitios, en Niagara. Pero por romántico que pudiera parecer, unos meses después de volver de ese viaje, y por motivos que ahora no vienen al caso (tampoco lo voy a contar todo), esa relación se terminó. Y, viendo la película 15 años después de haber estado allí, no pude evitar tener la sensación de que cuando estuve allí parecía que mi vida parecía que iba por los caminos que siempre me habían dicho que tenía que ir: te vas a estudiar fuera, te sacas una carrera, un doctorado, luego te vas a trabajar a otro sitio, te echas una novia, y ya luego te buscarás un piso, tendrás hijos y todo lo demás. Ahora que recién he pasado el último cumpleaños en que seré cuarentón, resulta que nada de eso resultó ser verdad. 

 

En Niagara Falls, en 2007

Así que saliendo del cine decidí irme a La Guiri a comer algo y tomarme un par de cervezas. No estaba Jenny, sino Katja, que es eslovena, con quien en realidad nunca había hablado tanto, y que me contó que se va a ir a trabajar durante la temporada de invierno como monitora de esquí a Japón. Cuando me dijo que tiene ahora 34 (la edad que tenía yo entonces) le dije que es justo el momento para hacer ese tipo de cosas. Y estando allí apareció José Manuel, un ex piloto, apasionado de los coches y las motos antiguas, a quien habían pre jubilado pronto porque en 2007, yendo de paseo por el Teide en moto había tenido un accidente muy grave, se había salido de la carretera, estuvo años sin poder caminar, al poco había enfermado y fallecido su pareja... Yo que venía pensando que en 2007 mi vida había descarrilado y la vida me recordaba que el mero hecho de estar vivos ya es una suerte. 

 

Coches antiguos camino del Teide
 

Por cosas de la vida en las últimas semanas he tenido la suerte de hablar con gente estupenda, cercana a los 40, que al contarme algunas de sus vivencias me han venido ganas de contar mi experiencia. No es que pretenda tener razón, pero, al fin y al cabo, yo sí puedo decir que yo llegué a los cuarenta, y estoy a punto de superarlos. Así que, si mis consejos sirve para algo, ahí van cuatro consejos para superar los cuarenta (y ser feliz en el intento). 

 

Con 40, llegando al Teide


1- No hagas caso a quienes presumen de que saben mucho y dan muchos consejos

 
Como trabajo en una universidad, y me paso la mayor parte de mi tiempo en una facultad de economía, estoy rodeado de personas que creen que saben como funciona el mundo y que, por lo tanto, suelen estar dando consejos y opiniones. Gente que se cree listos como zorros pero que en realidad son más bien erizos, usando la terminología de Tetlock. Gente que, como diría Taleb, no tienen "la piel en el juego" que dan consejos en los cuales no se juegan nada, que siempre les hace ganar a ellos. Un ejemplo que a mí me resulta cercano: si tienes treinta y tantos, o te vas acercando a los cuarenta, y te estás planteando iniciar o desarrollar una carrera académica, hay mucha gente que se beneficiará con ello. Si haces una tesis, eso son puntos para quienes te dirige. ¿Un artículo? ¿Ir a congresos? Lo mismo. Pongamos que te estás planteando unas oposiciones, está claro que si alguien te da clases... pues ganará algo con ello. ¿Y desarrollarte profesionalmente en ámbitos como, por ejemplo, la consultoría? Igual le sacas un proyecto adelante a la gente que te contrata...Ahora bien, ¿qué es lo que te cuesta a tí? El bien más escaso que tenemos en esta vida es el tiempo. Imagina que te pasas de los 30 a los 40 intentando consolidar una plaza en la docencia, universitaria o no, para que al final, cuando pases los cuarenta, decidas que no te vas a ir otro sitio a seguir con tu trayectoria y renuncias a tu intento... ¿quién te recompensará por los años perdidos? 

Suele dar mejores consejos que los catedráticos...



2-El orden de los factores sí altera el producto.

Cuando yo era pequeño a mí me grabaron un consejo en la mente: primero el deber, luego el placer. Yo era de los que llegaba a casa y tenía que hacer los deberes, estudiar violín, solfeo y lo que te tocara antes de ponerme a jugar y disfrutar. Si primero toca el deber y luego el placer puede pasar que para cuando termines con el deber ya apenas te quede tiempo para el placer. Así me convertí en un fracasado. Yo recomendaría hacer justo lo siguiente: primero ocúpate del placer, y luego deber. Si repaso lo que yo escribía hace diez años, por más que digan que está ahora de moda lo cierto es que, en determinadas etapas vitales ser "single" es un coñazo": el mercado está tan mal que hay quienes se pasan de la categoría de "población parada" a "población inactiva", convirtiéndose en parados desanimados. Con 25 años es muy fácil relacionarte, todo el mundo quiere hacer amistades, pasarlo bien, viajar, salir, conocer gente. La mayoría de gente, a base de hacer tanto eso, se acaba emparejando. Y claro, luego, por condiciones objetivas, la cosa se pone mala. Así que no sigas mi ejemplo: yo primero intenté convertirme en lo que mi abuela hubiera llamado un "chico de provecho" y para cuando lo logré ya apenas quedaban chicas que valoraran a un "buen chico de provecho". 
 
Elige bien el orden de los factores para no terminar aquí...

 

3-No te mudes.

Ahora que, a toro pasado, todo parece más fácil, diría que uno de los errores que he cometido en mi vida, enlanzando con lo anterior, es haberme mudado pasado los treinta años (y aún peor, no haberme quedado más fijo). Cuando te has creído la historia de que lo que importa en la vida es el trabajo, como hubiera dicho mi abuela "tú conviértete en un hombre de provecho, que lo demás ya luego vendrá solo" te vas allá donde haya un buen trabajo. Eso está muy bien cuando eres joven. Pero, para estas cosas, pasados los treinta ya no eres joven. Ya la gente ha hecho sus amistades, y ahora tú eres el raro, la persona de quien desconfiar. A mí me costó casi 15 años ganarme la "doble nacionalidad", y lograr que la gente me considere como uno más, me diga de quedar. Volver a hacer amistades cuesta, y más si, como la mayoría de la gente, estás entre bella y bestia. Y eso normalmente no te lo dicen cuando te prometen que si te mudas podrás mejorar profesionalmente. 

Mudarse: frente a la habitación vacía


 

4-No te pases al enemigo.

Yo me he pasado la vida llevando la contraria. Hay muchos catalanes que odian al resto de los españoles, hay mucho resto de españoles que odian a los catalanes. Yo fui el "rarito" que se fue a estudiar a Barcelona, en catalán, y siempre era el de fuera. A los no catalanes tenía que explicarles que hay gente en Cataluña que no odia al resto de los españoles, y a los catalanes tenía que explicarle que hay gente en España que no odia a los catalanes. Luego estuve un tiempo trabajando en La Gomera, y recuerdo que una vez, ante la sorpresa de que algunos gomeros de que en Gran Canaria también fuera normal ir a celebrar un cumpleaños a un área recreativa haciendo una barbacoa recuerdo haberles dicho que también íbamos al baño en Gran Canaria.... Hace 18 años que trabajo en Tenerife, y cotidianamente, cuando me encuentro con gente conocida que me presenta a otras personas conocidas me presentan como "aunque es canarión es buena gente". Y sí, por supuesto, también he tenido que explicar a más de una persona en Gran Canaria que, aunque trabaje en Tenerife, es posible que sea buena gente y todo... No es fácil, hasta el punto de que hace bastante llegué a escribir que es más fácil ligar siendo extranjero que de la isla de enfrente. Al fin y al cabo, muchos grupos humanos construyen su identidad como "nosotros" (los buenos) frente a "los otros" (los bárbaros) que son vistos como diablos con rabo y cuernos. Como te pases a "los otros" vas a tener que pedir permiso para poder pasar más de una puerta, porque habrá quien pensará que con tus cuernos las puedes romper. 
 
Si dices que te gusta esta foto nadie lo verá como que estás diciendo que te gustan dos islas...

 

Concluyendo: diversifica, rebaja las expectativas y acepta el cambio

Transcurridos 15 años desde que estuve en Niagara resulta que muchas de las cosas que entonces pensaba que habrían pasado en mi vida 15 años después no se cumplieron. En 2007 había logrado terminar mi segunda Media Maratón en 1 hora y 42 minutos, y me pareció una hazaña enorme. Aunque ahora no sé si pueda lograr a hacerlo, desde entonces he terminado cuatro maratones en menos de tres horas, y salvo que vaya a acompañar a alguien creo que habrá que esperar a que sea más viejito para que me plantee terminar una media maratón en esos tiempos. No sé si entonces hubiera pensado que ahora habría publicado más de un libro o tantos artículos en el periódico. Hay que aceptar el cambio, lo que tiene que ver con la primera idea: la gente que dice lo que tienes que hacer, porque dice que lo sabe tanto que pueden dar muchos consejos, en realidad no sabe nada. Tamién hay que rebajar las expectativas: una cosa es lo que tú quieres hacer con la vida, y otra lo que la vida hace contigo. Cierto es que "A Dios rogando y con el mazo dando", pero como siempre ha dicho mi amigo Alejo, "hay que dejarse sorprender por la vida". Suena música en portugués mientras termino estas líneas. Si hay un término que caracteriza a la cultura portuguesa es la "saudade", y algo de eso sentía yo ayer cuando salía de ver Niagara en el cine: nostalgia por la vida que podría haber sido y no fue. Pero sólo 20 minutos después estaba pensando "qué conversación tan interesante, ésta chica, a la edad que yo tenía entonces se lía la manta a la cabeza, y se va a la otra punta del mundo. Y, tan sólo una hora y pico después, alguien a quien acababa de conocer me hizo ver lo ridículo del pensamiento que había tenido acerca de que, poco después de volver de Canadá, mi vida se había salido de la carretera marcada. La suya sí que se había salido. Y aún así, ahí estábamos para contarlo. Un consejo para ser feliz: disminuir. Lo aprendí hace más de 20 años mientras estudiaba portugués. Sólo podrás apreciar las sorpresas que te traiga la vida si asumes que lo poco que sabes es tan poco que podríamos considerarlo como nada. Estar vivo: ése ya es motivo para alegrarse. La vida es un milagro.



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