De rotos y descosidos. Práctica (y teoría) de la soltería
De rotos
y descosidos. Práctica (y teoría) de la soltería
A partir de las bases puestas
en el capítulo anterior, pongamos que un individuo (o individua) decide que ya
no quiere seguir soltero. O sea, que quiere pasar del mercado (de
emparejamientos) a la institución (matrimonio, pareja de hecho, follamigo/a o
cualquier cosa que vaya más allá del “aquí te pillo aquí te mato”. ¿Qué puede
hacer? ¿Qué consejos podemos ofrecerle? Lo
primero que puedo decir al respecto es que yo, que no soy economista, no puedo
partir de los “supuestos”, como el que toda oferta acaba encontrando demanda, o
que toda demanda acaba encontrando oferta. Suponer eso sería suponer que todos
los desocupados lo están voluntariamente. Tradicionalmente esto era lo que
decían las teorías clásicas y neo clásicas del mercado de trabajo: la gente no
trabaja porque no quiere. Y, en los últimos años, se tiende a decir, porque
prefieren vivir de “paguitas” que tener un trabajo.
En el mercado de emparejamiento las estadísticas son tozudas: entre un 13 y un 25% de la oferta no encuentra demanda (ni perro que me ladre, que diría una amiga). ¿Existe en esto también un “desempleo involuntario”? Como ya vimos en el capítulo anterior, algo hay. Hay gente mayor que una vez se le acaba la cosa (por defunción o lo que sea) decide que ya no vuelve al mercado. ¿Cuál sería el equivalente al discurso de las “paguitas”? Diría que hay mujeres que dicen que hay hombres que no quieren encontrar quien les retire del mercado, porque es muy fácil conseguir lo que quieren (ese tipo de público suele decir que los hombres sólo quieren sexo). Por el lado opuesto, más allá del tópico de que “cuando los satisfyer cuelguen cuadros los hombres nos extinguiremos” el discurso no es muy distinto: como las mujeres follan cuando quieren, sería el argumento, salvo que consigan un chollo no tienen interés. Ciertamente, los cambios sociales y tecnológicos han hecho que ya no sea tan “costoso” no estar en pareja. Pero si las estadísticas, que son tan tozudas, señalan que la práctica totalidad de la gente se pasa buena parte de su vida adulta en pareja... será que hay cosas que da esa institución que no se pueden conseguir en el mercado.
Por lo tanto, la primera cuestión a tener en cuenta: en todo mercado puede haber un “desempleo estructural”. La política del hijo único junto con el infanticidio femenino ha ocasionado en los últimos cuarenta años en China hayan nacido como 40 millones más de niños que de niñas. Salvo que sean todos homosexuales, o que se busquen todos pareja fuera, unos cuantos chinos, por más que lo intenten, se van quedar sin pareja. Algo parecido, pero mucho más suave, se dio recientemente en España, especialmente en algunos lugares como Canarias. La combinación de una pauta social en que las mujeres tendían a emparejarse con hombres unos años mayores y la caída rápida de la natalidad ocasionó un incremento de la soltería masculina. Cifras sólo a modo de ejemplo: los 100.000 hombres nacidos en 1975, cuando fueron a buscar pareja entre las mujeres nacidas en 1980, se encontraron con que, ya había caído la natalidad, éstas eran sólo 80.000 (¡hala, 20.000 solteros más!).
Dicho esto, como en todo
mercado, si un bien (una oferta) no encuentra demanda puede ser por tres
motivos: 1) porque el precio es demasiado elevado 2) porque no se comercializa en
los mercados adecuados, o a través de los canales adecuados y 3) porque,
sencillamente, no hay demanda para ese bien (para esa oferta). Y es que esos tópicos
populares como el de “siempre hay un roto
para un descosido” puede que no sean del todo mentira, pero sí tienen
bastante de solemne tontería. Empecemos por el primer motivo: a día de hoy, yo
recomiendo a todo el mundo que se meta en una aplicación de citas para que vea cuál
es su “valor real de mercado”. Y una aclaración importante para los partidarios
de la guerra de los sexos: no estamos diciendo que las parejas (o el sexo) se
pague con dinero. En este caso, la moneda eres tú. Las madres son malísimas para hacerte una idea de cuál es tu valor de mercado:
para ellas todos sus hij@s son guapísim@s y se merecen a príncipes y princesas.
No sé, igual crees que tus 50 están muy bien llevados, pero métete en una
aplicación. Puede que no ligues. Pero si resulta que tú creías que tus 50
estaban muy bien llevados, y que tu target era el de 30-50, y no recibes ningún
match (salvo ucranianas y demás perfiles falsos) de menos de 45… asume que en
realidad tu target es más el 45-50. Más allá de la edad, lo de poner un precio
muy elevado puede aplicarse a muchos ámbitos. Quizá es que lo que te gusta es
ver First Dates o La Isla de Las Tentaciones, porque te parece más glamuroso o
lo que sea buscas personas con cuatro idiomas… y bueno, te cuesta. O quizá es
que tienes dos hijos, un trabajo que apenas te deja tiempo libre y pretendes
que alguien que no tiene cargas familiares y un trabajo de 8 a 3 se muera por
estar contigo… (por cierto, no sé cuándo…). En definitiva, que, si pretendes
salir del mercado, pero pones un precio muy elevado, lo que vas es a salir
escamado (a). Spoiler: sí, yo también
he estado ahí.
El segundo motivo, que tiene
que ver, parcialmente con el anterior: no acudir a los mercados adecuados, o a
través de los canales adecuados. Cuando yo era joven (que alguna vez lo fui) pasé
un montón de tiempo practicando ciclismo, un deporte en el que entonces no había
casi ninguna chica. También un montón de tiempo estudiando. Y encima, siempre
entre un lugar y otro por estar estudiando. ¿Dónde iba a encontrar quien, como
hubiera dicho mi madre “me supiera valorar en lo que yo valgo”? Por cierto,
esto más que un spoiler es un
consejo por haber estado ahí. La movilidad geográfica, que muchas veces es muy
buena para la carrera laboral… es muy mala para la carrera sentimental. La
gente tiende a desconfiar de los recién llegados. Y si busca “salir del mercado”
prefiere alguien que genere expectativas creíbles de que lo que va a tener
permanezca en el tiempo, para lo cual es imprescindible que permanezca en el
espacio. A ver, por supuestísimo: si eres un bellezón, tienes una personalidad arrolladora,
glamour, carisma, estatus y prestigio… puedes ir de un sitio y otro, como decía
la canción, “en cada puerto tener una
mujer (o un hombre)”. Como alguien “normalito”
que se ha movido bastante, sé de qué me hablo. Lo fundamental, respecto a esto,
es plantéate 1) qué te gustaría encontrar 2) qué es lo que tú ofreces y 3) dónde
parece más plausible que alguien que ofrece lo que a ti te gustaría encontrar pueda encontrar (en ti) lo que a esa persona le gustaría encontrar. Fíjese que, a diferencia de la frase que
plaga las apps, no he dicho que te plantees “qué buscas” sino “qué te gustaría
encontrar”. Primero, porque como yo no soy economista, asumo que las personas
no siempre nos entendemos a nosotros mismos. A veces crees que buscas una cosa,
pero de repente encuentras algo que no es exactamente lo mismo, pero se parece,
y ya te está bien. Como es algo que se ha escrito ya en miles de manuales de
autoayuda no hace falta que me meta en demasiado detalle: cuando te digo “qué
te gustaría encontrar” es que pongas un listado de requisitos mínimos. Y ya
luego, cosas que son más negociables. Y, sobre todo, sé honesto/a contigo
mismo. Parafraseando el título de un libro que me parece muy bueno, deja de
intentar cambiar: vive la vida como eres, en vez de como deberías ser. Spoiler para el público femenino: si
para ti el sexo es importante… ¡permítete asumirlo y buscar en consecuencia! La
de amigas que me han dicho: no, si no es
mal chico, pero es que es de un soso, nos pasamos semanas y nada…. Vuelvo a
poner otro ejemplo personal. La pareja más “normal” que he tenido, al final se
acabó casando y teniendo hijos… con otro hindú (ella era hindú). Si lo que
buscaba era un hindú, está claro que yo nunca iba a serlo.
Pasando al segundo punto, qué
es lo que ofreces: lo mismo, creo que la clave es la auto honestidad. Un buen
ejemplo sobre este tema es lo de las relaciones a distancia, que en los últimos
tiempos parece que se han idealizado un tanto. Spoiler: mi opinión es que es por lo que hay muchas mujeres que,
pasada cierta edad, siguen teniendo tan dentro el ideal del amor romántico, y a
la vez no tienen puñetera gana de volver a lavarle los calzoncillos a nadie que
eso le permite una “solución socialmente aceptable”: no es que no vivamos
juntos porque no quiera lavarle los calzoncillos, sino porque “los impedimentos
del destino nos lo dificultan". Lo del Living
Apart Together, según reflejan las investigaciones sociológicas al respecto,
no está muy bien visto en España. Somos un país donde nos parece bien que haya
parejas homosexuales, que la gente se case o no, que se tengan los hijos fuera
del matrimonio… pero lo de que una pareja no conviva siempre parece que no lo
acabamos de ver claro. Pues vuelvo a poner ejemplos: “alma de cántaro, yo tengo mi trabajo allí, tú aquí, yo no voy a dejar
mi trabajo, ni tú el tuyo… (o tus hijos, o tu vida, o lo que sea…) ¿dónde va a
terminar esto? Lo de que seas honesto/a no poniendo filtros a las fotos,
mintiendo en la edad o exagerando… pues va de sí. Vuelvo a poner un ejemplo
curioso, en el gimnasio, “Oye, yo a ti te
conozco, y yo sí, yo creo que de
vernos por aquí, ella, no, de otra cosa”. Para no alargarlo: “Yo: Oye, pues genial, quedamos si eso un día
para tomar una cerveza, ella, vale, genial, mañana a las 9”. Le cito en una
cervecería artesana, buena pero cara la jodía, y resulta que dice que no le
gusta la cerveza…Si no te gusta la cerveza... se honesta, sobre todo contigo misma, y no quedes con alguien que te dice de tomar una. Por supuesto, y si no soportas el tabaco... te garantizo que si se te acerca un bellezón, al principio te va a parecer que no es tan grave... pero al tiempo.
Y, para no alargarlo en demasía,
pasemos ya al punto 3) dónde parece más plausible que alguien que ofrece lo que
tú ofreces pueda encontrar lo que a ti te gustaría encontrar, o sea, dónde se
liga. El libro que es la autoridad en la materia recomienda ligar “en la vida
cotidiana”. Es decir, tú haces las actividades que a ti te gustan, y si en
ellas encuentras gente soltera, ya tienes algo en común, es algo natural, cómodo,
no te hace sentir raro… Problema: me remito al capítulo anterior. Ese consejo
es genial para gente joven, donde el 50% de la gente está soltera. Tienes 25
años, te apuntas a la autoescuela, a clases de escritura creativa, vas al
gimnasio, a un club de juegos de rol… y ¡zas! Claro, este ejemplo pone de
manifiesto que, más allá de que esto es un problema cuando ya tienes una edad,
y el 85% de la gente está emparejada, no todos los mercados son igual de
buenos. ¿Recuerdas Big Bang Theory? Es un ejemplo de manual de chicos que se
pasan la vida en entornos de chicos… y es normal que les resulte difícil
conocer chicas. Yo he pasado gran parte de mi vida de ocio dedicada a practicar
deporte. Atletismo y ciclismo, sobre todo, dos deportes en los cuales, hasta no
hace tanto, había un 95% de hombres (ahora somos sólo un 70% o así). Y claro,
el 5% de las mujeres podían elegir a los más chulichupichachis, no se iban a
quedar con mindundis como yo…. Claro que hay que buscar un equilibrio: tampoco
te vas a apuntar a clases de baile, si odias bailar, sólo porque allí haya
muchas mujeres. O, al revés, por más que sepas que en convenciones de comics,
juegos de rol y demás entornos tipo Big Bang Theory hay muchos más hombres que
mujeres… si eres mujer tampoco vas a ir a eso si lo odias por completo.
Claro que recuerdo: yo no soy
economista. Una conocida cita de Bertrand Russell que encabeza un libro de P. Bourdieu
dice “Mientras que la economía trata de cómo
las personas eligen, la sociología trata de que en realidad tampoco hay tanto (de
las cosas importantes) que puedan elegir”. Ahora, más que un spoiler, es un chiste: ¿por qué últimamente encuentro tantas
mujeres que se dedican a profesiones relacionadas con la sanidad tan atractivas?
Si seguimos el consejo del manual de “hay que ligar en la vida cotidiana”, mi
vida cotidiana es esa: ir a trabajar, cuando puedo hacer deporte… y luego se me
va mucho tiempo entre que si llevo a mi padre a un médico, a mi madre a otro,
que si una residencia, que si otra…. Y si alguien se escandaliza de que pueda
encontrar atractivas a personas que están haciendo su trabajo, que piense en la
alternativa: mejor fijarme en la enfermera que atiende a mi madre que en su
compañera de habitación, digo yo…. ¿Dónde y cuándo conoces gente cuando no
tienes tiempo y ni te puedes desplazar tanto para conocer gente? Las apps se
presentan como la panacea a este problema. Y lo cierto es que también tienen un
montón de problemas. Aunque lo cierto es que han cambiado las reglas del juego.
Uno, que es ochentero, recuerda de cuando la gente iba a ligar a las discotecas
(eso también tiene un montón de problemas, para otros capítulos). ¿Dónde vas a
ligar ahora? Obvio que no le vas a decir a la enfermera que le toma la tensión
a tu madre que tiene unas manos muy bonitas… En los ochenta, quizá algún día te
la encontraras en una discoteca, y entonces, con dos copas encima, igual te
atrevías a hablar y oye, vete a saber si a partir de ahí… Spoiler: hoy en día, si vas a una discoteca/bar de copas, lo más normal
es que la gente tome la actitud de “estoy aquí con mi gente, no me molestes”. Así que, de momento, y dejando las cosas
abiertas para el tercer capítulo, concluiré este volviendo al primero, en que nos
planteábamos justo la pregunta inversa, no la de “qué hay que hacer para ligar”
sino la de “por qué hay gente que por más que la intente no liga”. Ya lo dije antes muy clarito: si una oferta no
encuentra su demanda…. Igual es que sencillamente no la hay, y lo de “siempre hay un roto para un descosido”
no es más que una solemne tontería. Pese a lo que digan los economistas, puede
que el precio sea una cuestión de mercado, pero está tan intrínsecamente ligado
a la idea de cada quien tiene de su propio valor como persona que no estamos
dispuestos a aceptar un precio más bajo sino encontramos demanda al precio
actual. ¿Quién no ha escuchado expresiones del tipo “yo me valoro, yo no me regalo, yo no soy una cualquiera” (se
estilan más entre mujeres, pero puede cambiarse el género si se quiere)? Igual,
es posible, demanda para un hombre de media edad, de estatura y físico medio, con
nivel de estudios superior a la media y algunas cuantas otras rarezas poco
compatibles con la vida “normal”, como, si se puede, empezar un fin de semana
corriendo al menos 20 kilómetros, puede que no sea muy elevada. Pero si ya
tienes que estar pendiente de cargas familiares, y tienes que estar entre un
sitio y otro, cosa que posiblemente es de las que más hacen perder valor en los
mercados de emparejamientos insulares… quizá para encontrar demanda vas a tener
que bajar bastante el precio. Con lo cual, quizá pasas de “activo- desocupado”
a “inactivo”, y bajan las cifras de paro no porque haya más trabajo, sino
sencillamente porque hay gente que ve el panorama tan gris que deja de buscar
estar ocupado/a. Pues sí. Cuando la tasa de soltería es del 15% ello quiere
decir que tu mercado potencial se reduce muchísimo: la mayoría de gente que vas
a conocer no está en el mercado. Lo cual no es más que decir de otra manera lo
que a menudo se dice: en determinadas situaciones, a determinadas edades, el
mercado está muy chungo. Pero, por si acaso, en vez de terminar con un enlace a
una página de venta de satisfyers, dejaré pendiente un par de cosas para otro
capítulo.
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