“¿Vivir en pareja o cada uno por su lado?”

 

“¿Vivir en pareja o cada uno por su lado?”

 


Esta mañana, mientras bajaba al trabajo en coche (de las pocas veces en que lo hago) escuchaba “Las mañanas Kiss”. Un chico canario, de 27 años, comentaba que llevaba 3 años con su pareja y que estaban pensando en irse a vivir juntos, y pedía consejo (conviene aclarar que vivían en Madrid, y ya se sabe que allí vivir solo no es barato...). Las respuestas fueron de todo tipo, levantó mucha polémica. La presentadora del programa, que era muy fan de que se fueran a convivir, le decía: “Yo le digo que adelante, llevan tres años de relación, tienes 27 años, ya es el momento de lanzarse y empezar a convivir. ¿Qué no va bien? Pues mira, eso que te ahorras, porque si te vas a esperar tres años, y luego convivir, y darte cuenta de que no podéis convivir juntos, es mejor ya… solventarlo ahora (…) yo lo que creo es que hasta que no convives no conoces realmente a la persona y, por lo tanto, mejor conocerla cuanto antes”. Y el presentador, que se basaba en que no lo veía suficientemente entusiasmado para apostar a que no se lanzara, le pidió a la audiencia: “Vamos a dejar que opinéis vosotros, el tema de la vida en pareja, cuando eráis jóvenes, en fin, todos hemos sido jóvenes, y ha habido un momento en que hemos ido a vivir en pareja, qué tal fue la experiencia, qué le recomendáis”.

Un hombre argumentaba a favor de que no se fueran a vivir juntos: “ahora haces lo que te da la gana, cuando vivan juntos harás lo que le dé la gana a ella”. Una mujer desde Sevilla argumentaba que, al menos, lo postpusiese: “se vive tan agustito sola…. Será que lo echo tanto de menos…que yo ahora mismo mataría por vivir sola. Toda vía eres joven, disfruta un poquito más de tu soledad, y cuando el cuerpo te lo pido ya surgirán las cosas”. Otra mujer estaba a favor “Por supuesto, que te vayas con tu novia, es lo más bonito del mundo, cuando estás empezando una relación es lo más bonito del mundo, va a ser chulísimo”. Un hombre de Mallorca radicalmente en contra: “Huye, huye, no lo hagas”. Una mujer desde Madrid: “Yo creo que es el momento, llevas ya tres años, lo normal es que consolidéis la relación, e irte a vivir con ella no significa perder nada, si lo que tienes es miedo a perder… independencia, evidentemente en casa hay que compartir, pero podemos tener cada uno vuestros momentos, vuestros espacios, si estás con ella es porque tienes planes de futuro, y el futuro, al final, es ir dando pasitos”.

Esta somera selección de consejos muestra algunas de las cosas que permanecen y otras de las que cambian en nuestra sociedad respecto a la formación de las parejas. Hace tan sólo poco más de cuatro décadas que el matrimonio en España era, además de indisoluble (el divorcio no se aprobó hasta 1981) la única forma de convivencia entre hombre y mujer socialmente aceptada. Hasta las décadas de 1980- 1990, que una pareja de jóvenes les dijera a sus respectivos padres que se iban a vivir juntos sin antes casarse hubiera generado un escándalo, especialmente para los padres de ella. En cualquier caso, está claro que lo que ahora vemos como normal, un período de convivencia a prueba, era entonces visto como algo completamente impensable. Por el lado de lo que permanece, parece detectarse que, en términos generales, las mujeres tienden a apoyar la convivencia más que los hombres, lo que, en el debate entre natura y cultura, puede tener algo que ver con los planteamientos de la psicología evolucionista, como plantea Geoff Miller.

Las personas que tenemos ya una cierta edad, ¿qué podemos extraer de todo esto? En primer lugar, yo creo que, hasta cierto punto, la edad acelera los procesos. Siguiendo con la idea anteriormente expresada de que “si al final no son personas compatibles mejor saberlo pronto que tarde”, dado que el tiempo que nos queda a los que ya tenemos “una edad” es cada vez menor se tienden a acelerar los procesos, más que ahora hay menos tabúes. En segundo lugar, como se dejaba entrever en algunas de las respuestas, hay quienes cuando han estado en pareja han tenido muy malas experiencias, y, ya se sabe “gato escaldado del agua caliente huye”. También entre algunas personas hay una cierta ansia por vivir etapas vitales que sienten que no han vivido (“estoy tan a gustito”). Y se ha dado también una cierta re- definición del mismo concepto de “estar juntos”. A partir de cierta edad muchas personas plantean que quieren “estar juntos pero cada uno en su casa” (o LAT, como se conoce también la situación por las siglas en inglés de Living Apart Together), quizá porque tienen hijos u otro tipo de posibilidades que hacen difícil la convivencia cotidiana, lo que hace también que las relaciones a distancia sean vistas de otra manera. Tradicionalmente, incluso en las sociedades más tradicionales, las relaciones a distancia eran vistas como un “camino hacia”. En otros tiempos y latitudes ha habido incluso quienes se casaban por poderes, sin haberse visto siquiera, pero para luego vivir y tener hijos. No es ahora el caso: se tienen relaciones a distancia no porque se piense que en algún momento se vaya a convivir (o a estar en el mismo sitio), sino porque simplemente se está bien y así, y por lo que sea se prefiere a una relación con alguien de más cerca. Es importante, en cualquier caso, subrayar que Living Apart Together y relaciones a distancia no son exactamente lo mismo.  Dos personas pueden vivir en el mismo barrio, tener una relación íntima, que implica exclusividad sexual, y no querer vivir juntos (Living Apart Together), aunque como viven cerca podrían verse en cualquier momento si surgiera y/o fuera necesario. Para que se hable de relaciones a distancia, las dos personas anteriormente citadas deberían vivir a una distancia que impidiera que se vieran en cualquier momento si fuera necesario.

¿Y yo con todo esto qué hago? Ojalá que alguien le sirva de algo mi experiencia. Cuando el presentador dijo aquello de “cuando eráis jóvenes, en fin, todos hemos sido jóvenes, y ha habido un momento en que hemos ido a vivir en pareja, qué tal fue la experiencia”, a mí me ha dejado todo el día pensando. En mi caso yo no me fui a vivir en pareja siendo joven. Primero (y me permito poner un poco de humor) porque, aunque ahora no es que esté tan bueno ni sea muy interesante, entonces lo era la cuarta parte de lo que lo soy ahora. Segundo, y seguro que muchas personas de mi generación les habrá pasado algo parecido, porque yo era muy buen niño. En mi época los buenos niños estudiaban religión en el cole, y luego se iba a catequesis, y se hacía la Confirmación. Y no sé cómo se verá ahora, pero, entonces, lo de convivirse sin casarse… pues era sencillamente pecado mortal. Luego, cuando cambié un poco de parecer, y encontré una buena persona, resulta que, para ella, que era de una cultura exótica, era para quien no estaba bien. Y cuando pasados los cuarenta por fin conviví, a ratos a distancia y a ratos juntos, si tengo que decir en mi caso qué tal fue la experiencia, creo que diciendo que la persona tenía, cuando menos, varias formas de trastorno obsesivo compulsivo (TOC), creo que no hace falta que lo especifique. Esta mañana me tocó la fibra sensible un comentario un tanto irónico que hizo una mujer en el programa “tienes veintisiete, éste es el de prueba, para que ya el próximo si que lo hagas bien”. Yo tuve un primer intento fallido y no ha habido segundo. Así que, si fuera a dar un consejo, le diría al joven de 27 años: “lánzate ahora, que, como decía Gardel, veinte años no hay nada, y entonces te vas a encontrar un panorama como el que te acabo de contar”. Y es que tener una experiencia vital distinta que la inmensa mayoría de la población no siempre es bueno y agradable. Aunque, por supuesto, de todo se pueden sacar cosas buenas.

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