Principio de realidad, migración e inteligencia

Manuel Ángel Santana Turégano

 

Siguiendo el principio de realidad de Freud el primer paso que se ha de dar para solucionar un problema es reconocer que se tiene. En ese sentido, mientras no se admita que la inmigración irregular es un problema difícilmente se va a solucionar. Ciertamente la llegada de pateras no es el único ni el principal problema que sufrimos en la actualidad, pero es un problema. Según los datos facilitados por el Delegado del Gobierno el año pasado llegaron a Canarias cerca de 27.000 migrantes irregulares, de los cuales permanecen en las islas cerca de 11.000.  Aunque los migrantes no son la causa principal de la delincuencia, ni de la transmisión del COVID, ni de la escasez de recursos con las que atender a la población que reside en las islas de manera regular, ni del surgimiento de ciertas actitudes intolerantes, que tienen más que ver la frustración que viven muchas personas, no se puede mirar para otro lado. Hay que tener en cuenta que los migrantes llegados en un año serían el equivalente a algo más del 1% de la población del archipiélago, del 3% de la población de Gran Canaria y que en algún momento han llegado a estar hacinados 2.000 personas en un muelle de un municipio con una población de menos de 20.000 habitantes.

La negación de la realidad se da por la izquierda y por la derecha, por el centralismo y por el localismo victimista que en Canarias se auto presenta como nacionalismo, y ha acabado generando un relato, que resulta interesante para algunos, según el cual nuestros problemas se deben a que “los otros” nos discriminan. Hay quienes plantean que la culpa de la inmigración ilegal es del gobierno español, que está interesado en atraer inmigrantes para tener a más gente que les vote. Pero basta indagar un poco por Internet para enterarse de que, si bien es cierto que los extranjeros pueden votar en las elecciones municipales, esa norma se aplica tan sólo a 12 países, aparte de al resto de la UE, y de ninguno de ellos proviene el flujo actual de migrantes. Por otro lado, tan malo es negar la realidad de la migración irregular como negar la realidad de que ésta obedece a factores que tienen poco que ver con nosotros. Por último, pero no por ello menos importante, existe una forma algo más sutil de negación de la realidad, muy extendida a la derecha del espectro político, que pasa no por negar la realidad del problema, sino la entidad del mismo. “Mano dura y verías tu cómo se iba a acabar el problema” es el relato que difunden algunos ciudadanos y que, en boca de algunos políticos, se transforma en: “el problema no es tal problema en realidad, se ha convertido en problema tan sólo por la ineptitud del (los) gobiernos actuales: yo lo solucionaría en un santiamén”. Desde hacer “devoluciones” a poner a la Armada a patrullar las costas se han llegado a decir un montón de propuestas que comparten un elemento importante: que sólo serían posible si negáramos la realidad.

Reconocer que se tiene un problema es el primer paso para solucionarlo, no una admisión de debilidad que señale “el principio del fin”. El primer paso para la solución, una vez reconocido el problema, es identificar las posibles soluciones, o, dicho de otra forma, identificar qué puede hacer cada quien para contribuir a la solución. Y lo cierto es que, ahora mismo, en la solución del problema de la migración en Canarias hay muchos “quienes” que no están haciendo todos los “qué” que se podrían hacer para intentar contribuir a la solución y no al agravamiento del problema. Hay ciudadanos comunes en Canarias, donde quiera que hayan nacido que, en la medida en que comparten bulos e informaciones falsas que generan xenofobia, no contribuyen a solucionar el problema. Hay políticos en Europa, España y Canarias que, en la medida en que pretenden tratar como una cuestión meramente local lo que es un problema global contribuyen a agravar el problema. Last but not least, también hay medios de comunicación, locales y globales, cuyo tratamiento de la información tampoco contribuye a solucionar el problema.

La inteligencia tiene que ver con la capacidad de ver oportunidades donde el resto no ve sino problemas. Hace 40 años Luis León Barreto contaba en su novela más famosa cómo hace más de un siglo, cuando éramos nosotros los que emigrábamos a Cuba, los capitalistas norteamericanos preferían contratar a canarios por su inteligencia que a gentes de otras procedencias. La desigualdad económica mundial y la situación geo- político- estratégica de Canarias hacen pensar que la migración va a ser una cuestión con la que tendremos que lidiar al menos durante el próximo medio siglo. Pero, como depende de nosotros convertir en una oportunidad lo que ahora vemos sólo como un problema, y hace más de siglo y medio que los canarios hemos sabido encontrar soluciones inteligentes que han permitido transformar los problemas en oportunidades, estoy convencido de que, también en esta ocasión, en el medio y largo plazo, sabremos, entre todos, crear oportunidades locales que permitan hacer frente a problemas globales.   

 

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