De Alaska al Despacito de Luis Fonsi: ¿a quién le importa la Sociología?
De Alaska al Despacito de Luis Fonsi: ¿a quién le importa la Sociología?
En
1986 el grupo musical Alaska y Dinarama lanzó un disco llamado “No es pecado” en el que se incluía la
canción, “A quién le importa”, cuya letra
trataba lo que de alguna manera podría denominarse “el condicionamiento social del comportamiento de las personas”[1].
Diez años después, en 1996, me licencié en Sociología. Y después de 15 años
siendo profesor de esta materia he llegado al convencimiento de que a la
sociedad la Sociología le importa un bledo. Al fin y al cabo, si fuera importante
se estudiaría en el colegio o al menos en el Instituto, y si bien hay una
modalidad de Bachillerato que se llama “Ciencias Sociales”, en él se estudian disciplinas
como la Geografía, la Economía, incluso
Economía de la Empresa, mientras que sólo en muy pocos centros existe la
posibilidad de estudiar, de manera optativa, Sociología. Más de treinta años
después del éxito de Alaska, la letra de la canción del verano de 2017, el Despacito, de Luis Fonsi ayuda a
entender por qué la Sociología, a la sociedad, le importa un bledo: “Vi que tu mirada ya estaba llamándome/Muéstrame
el camino que yo voy (Oh)/Tú, tú eres el imán y yo soy el metal”. Las
relaciones entre seres humanos, al parecer, pueden explicarse a través de la
biología (las miradas llaman) o de la física (los imanes atraen los metales)
por lo que no parece necesario tener una disciplina dedicada al estudio de “la
sociedad”, pues ya en 1987 lo dejó muy claro Margaret Thatcher: “there's no such thing as society”.
La definición
clásica de la sociología como “el estudio
científico de la sociedad”, que es la que a menudo suele darse al alumnado no
les dice mucho. Empecemos por la segunda parte de la frase: la sociedad, podría
definirse, siguiendo el diccionario, como: “Conjunto
de personas que se relacionan entre sí, de acuerdo a unas determinadas reglas
de organización jurídicas y consuetudinarias, y que comparten una misma cultura
o civilización en un espacio o un tiempo determinados”. En tiempos en que
no parece haber normas que regulen las relaciones entre personas, más allá de
las “normas del mercado”, que parecen ser una especie de normas divinas, y que
la cultura se ha vuelto algo global, no resulta sorprendente que la disciplina
que se ha hecho con el dominio casi absoluto del discurso “científico” sobre las
relaciones entre personas sea la Economía, dejando el comportamiento de las
personas “hacia dentro” a la Psicología. Hace más de un siglo Durkheim afirmaba
que la sociología, como toda disciplina científica, ha de tener un objeto de
estudio, y que éstos son los hechos sociales: “maneras de pensar, sentir y actuar, que son exteriores al individuo, y
que se le imponen, coaccionando su comportamiento”. Una reflexión sobre el ethos de nuestro tiempo nos ayuda a
entender por qué la Sociología no está de moda: se tiende a pensar que nuestros
comportamientos son manifestación de nuestro “ser más íntimo”, lo que podemos ejemplificar, una vez más, en la
canción Despacito: “Yo sé que
estás pensándolo/Llevo tiempo intentándolo/Mami, esto es dando y dándolo/Sabes
que tu corazón conmigo te hace bom, bom/Sabes que esa beba está buscando de mi
bom, bom”. Y, si matizando lo que decía Margaret Thatcher, aceptamos que
pueda haber such a thing as society,
será a través de la agregación de individuos libres que no acepten coacciones a
su comportamiento.
Lo
que nos lleva ahora a la primera parte de la frase: si la sociología es la
Ciencia que estudia la sociedad, y ya hemos visto qué es la sociedad…. ¿qué
puede considerarse “ciencia”? La visión tradicional plantea que las Ciencias
Naturales estudiarían la naturaleza, y la distintas disciplinas dentro de éstas
difieren, sobre todo, por su objeto de estudio: la biología estudia la vida, la
física la materia, la geología la tierra… porque se supone que el método y/o
perspectiva es más o menos el mismo. Pero lo cierto es que todo esto, en la
actualidad, se ha complicado tantísimo que ya resulta muy complicado
diferenciarlas, y se habla de “bioquímica”, de “biotecnología”, o de química
física o fisicoquímica, y las técnicas,
perspectivas y métodos de estudio tienen más importancia. Algo parecido sucede
en las Ciencias Sociales. Las ciencias sociales estudian la sociedad. En cuanto
han de lidiar con la libertad e imprevisibilidad del comportamiento humano,
presentan todas algunas diferencias con las ciencias naturales, que de manera
muy simplificada resumiremos aquí en su capacidad predictiva. Es relativamente
fácil predecir por qué órbita pasará un cometa dentro de 500 años, salvo que
mandemos un cohete para desviarlo de órbita. Por el contrario, es imposible
predecir cómo van a ser las sociedades humanas dentro de 100 años. Hecha esta
salvedad, de la misma manera en que las disciplinas de las ciencias naturales
se diferencian tradicionalmente por su objeto, pero también en gran medida por
su enfoque y perspectiva, algo similar sucede, o al menos sucedía hasta la
segunda mitad del siglo XX, en las Ciencias Sociales. Así, la Ciencia Política
o la Demografía se distinguen por sus objetos de estudio (el poder, los
fenómenos demográficos). Y, según la visión tradicional, la economía englobaría
todos aquellos ámbitos en que los seres humanos nos comportamos como máquinas de calcular, de acuerdo al
paradigma del homo economicus, como
pueden ser el mercado, el trabajo o la vida económica, mientras que la
sociología aquellos otros ámbitos en que nos comportamos siguiendo pautas
socialmente establecidas (roles), como la familia, la escuela o las
instituciones. Pero lo cierto es que esta visión tradicional hace ya cerca de
medio siglo que saltó por los aires. En la actualidad, el paradigma del homo economicus es dominante en todos
los ámbitos del comportamiento humano… o casi. Pues, al fin y al cabo, buena
parte de lo que se hace en ámbitos “económicos” como el márketing o la gestión,
parte de lo que podrían considerarse “presupuestos sociológicos”.
¿A
quién le importa la sociología? Lo importante, al fin y al cabo, es que tengamos
teorías que nos permitan comprender adecuadamente lo que sucede en nuestras
sociedades. Pero la reflexividad de las Ciencias Sociales las hace un tanto
distintas de las naturales. Si una teoría física sobre el paso de un planeta es
mala no permitirá predecir adecuadamente cuándo pasará éste. Pero las teorías
sociales, en la medida en que han de lidiar, nos guste o no, con cuestiones
acerca de cómo son (y han de ser) la sociedad, tienen también un componente
performativo, y hasta cierto punto ideológico. ¿Cómo conciliar éste hecho con
el carácter científico para que las Ciencias Sociales sigan siendo útiles? La
economía de vulgata, tal y como hoy
se enseña, parte del supuesto de que la competencia es algo natural. Volviendo al debate sobre si
los seres humanos somos malos por naturaleza, o es la sociedad la causa de
nuestros males, podríamos decir que los seres humanos tenemos instintos de amor
e instintos de agresión, de competición y de cooperación, lo que Freud llamaba Eros y Tánatos. Es decir, es cierto que la competitividad es natural….pero también lo es la
cooperación. Si los seres humanos no hubiéramos cooperado entre nosotros no
habríamos sobrevivido como especie biológica, que al fin y al cabo también
somos. Y, como ya planteara Freud, en “El
malestar en la cultura”, la sociedad ha de ser capaz de encauzar
adecuadamente las pasiones humanas, o se autodestruiría. Volviendo una vez más
a la música, el videoclip de Despacito
comienza con imágenes de la naturaleza, el mar batiendo con fuerza una costa, presumiblemente
en Puerto Rico. Posteriormente muestra una imagen de la desigualdad social (un
barrio humilde), y de cómo se relacionan distintos grupos humanos (a través del
baile, en gran medida). ¿Es el comportamiento humano el resultado de nuestra
naturaleza o está socialmente condicionado? Decía Peter Berger que “La más valiosa enseñanza de la sociología es
ésta: las cosas, a menudo, no son lo que parecen”. Desde luego, esta
enseñanza no es valiosa para quien quiera que el mundo siga siendo como es. Si
algo es socialmente construido, podríamos socialmente hacer que fuera de otra
forma, por lo que también sería posible un mundo en que las relaciones entre
los seres humanos no estuvieran regidas por las normas que imperan actualmente,
como por ejemplo la desigualdad, entre otras cuestiones, se trasluce a través
del vídeo de “Despacito”. Tampoco hay
que caer en el optimismo ingenuo de pensar que porque el comportamiento humano
está moldeado socialmente es completamente maleable, tristemente el siglo XX
estuvo lleno de utopías que pretendieron hacer tábula rasa de la naturaleza
humana. Pero la sociología nos debería de importar, al menos a quienes queremos
creer que este mundo, tal y como está ahora, no es perfecto, y que, por lo
tanto, otro mundo es posible. Claro que, como ya lo decía Alaska, ¿a quién le
importa lo que yo diga?
[1] “La
gente me señala/Me apuntan con el dedo/Susurra a mis espaldas/Y a mi me importa
un bledo/Que mas me da/Si soy distinta a ellos/No soy de nadie/No tengo dueño
Comentarios
Publicar un comentario