Las formas elementales de la vida familiar: del hijo de Leonard a los “Grievance Studies”
Las formas elementales de la vida familiar: del hijo de Leonard a los “Grievance
Studies”
“La observación, de acuerdo con las reglas precedentes, confunde dos
órdenes de hechos: los que son todo lo que deben ser y los que deberían ser de
otra manera de lo que son, los fenómenos normales y los fenómenos patológicos.
¿La ciencia dispone de medios que permitan realizar esta distinción?” E.
Durkheim.
Una de las primeras cosas que se
aprende cuando se estudia Sociología es que muchas cuestiones que pensamos que
son naturales, determinadas por la biología, y que damos por descontado, son en
realidad construcciones sociales, y dado que el orden social no es natural
podría cambiarse. Bajo el lema de que “las
cosas a menudo no son lo que parecen”, se anima a pensar que las cosas no
son necesariamente como nos dicen. Las personas que fuimos educados en España en
la segunda mitad del siglo XX, entre el tardofranquismo y la consolidación de
la democracia, aprendimos a ver a la familia como institución natural. Aprendimos
a ver como natural la familia “nacional- católica” que construyó el franquismo,
un régimen político y social caracterizado, entre otras cuestiones, por la
marginación de la homosexualidad y el carácter confesional. La familia estaba
formada por un hombre y una mujer, casados por la Iglesia y si tenían varios
hijos mejor, dado el carácter natalista del régimen. En el curso de la vida de
una persona, menos de 50 años después, las cosas parecen haber cambiado por
completo. Una serie que retrata de forma explícita estos cambios Modern Family: la familia sigue siendo
una parte importante de la vida en sociedad, pero es seguramente distinta a
como hasta ahora la habíamos concebido. Y así, en esta serie se nos presentan
ejemplos de familias reconstituidas, matrimonios mixtos y homosexuales, hijos
adoptados y cónyuges entre los cuales hay una importante diferencia de edad conviviendo
con el modelo tradicional.
¿Qué cambia y qué permanece? Según
se desprende de la explotación de la Encuesta Continua de los Hogares del INE,
en 2017 había en España una población de unos 46 millones de personas,
repartidos en unos 18 millones de hogares, en los cuales vivían de media entre
dos y tres personas. Y a pesar de la idea de que el cambio ha sido total,
podría estimarse que cerca de dos de cada tres españoles vive siguiendo en
hogares que no son tan distintos a lo que podría considerarse los modelos
tradicionales. Así, tomando como referencia el año 2017 podría estimarse que en
torno a la mitad de los españoles viven en hogares “tradicionales”, en los que conviven
parejas con sus hijos[1].
Un 17% de los españoles vive en hogares formados por parejas que viven sin
hijos, que corresponden, en gran medida, a familias en los que los hijos ya se
han ido de casa[2]. Hay un 10% de la población que vive en hogares
unipersonales, bien dentro de un modelo más tradicional (se han quedado
viudas/os) o más moderno (vivir solo como opción de vida). Aproximadamente otro
10% de la población vive en hogares monoparentales en que convive un
progenitor, que en el 83% de los casos es la madre, con sus hijos. Por último,
un 5% de la población, aunque no forma un núcleo familiar, convive con otros
familiares (personas mayores a cargo de otros familiares). Por último, hay un
8% de la población que viven con otras personas que no son familiares, como
pueden ser los migrantes, jóvenes trabajadores o estudiantes, quizá en el
estilo de un modelo que se presenta como socialmente deseable al menos para
ciertas etapas de la vida, al estilo de lo que se presenta en la teleserie “The
Big Bang Theory”.
Si, como acabamos de ver, pese a
la idea que a veces de que “nada es como
antes” existen continuidades importantes en las formas de convivencia, ¿cuáles
son los cambios más importantes en la vida familiar? Existen innumerables
artículos y estudios que señalan los cambios más importantes: retraso en la
edad de emancipación, la maternidad/paternidad se posterga, lo que da como
resultado que el índice de natalidad en España sea de los más bajos del mundo,
un número cada vez más importante de los hijos nacen fuera del matrimonio y
éstos, cuando se producen, se dan a una edad cada vez más avanzada. Aunque,
desde luego, no resulta cierto la idea de que “la gente ya no se case”, parece
que el matrimonio ya no es lo mismo. De acuerdo a los datos del INE, entre 1977
y 2017 el número de matrimonios en España cayó en un 35%, un 25% en Canarias. Mientras
que en 1977 el 75% de las mujeres y casi el 50% de los hombres que se casaban
lo hacía antes de los 25 años, en 2017 menos del 2% de los matrimonios, en el
caso de los hombres, y del 4%, en el caso de las mujeres, los realizaron
personas en esa franja de edad. Por el contrario, mientras que en 1977 el
número de matrimonios protagonizados por personas entre 35 y 49 años de edad
era inferior al 4% para hombres y mujeres, en 2017 casi la mitad de los
matrimonios los realizan personas en esa franja de edad. Y el cambio es aún más
acusado en Canarias, donde en 1977 eran aún más importantes los matrimonios de
personas jóvenes (casi el 60% de los hombres y el 80%) de las mujeres, mientras
que en 2017 el porcentaje de matrimonios protagonizados por personas “maduras”
era ligeramente superior a la media española. Si combinamos estas cifras con las de
nacimientos según el estado civil de la madre, parece reforzarse la idea de que
la gente se sigue casando, pero que “casarse” ya no es lo mismo ahora que
antes. Antes el matrimonio era el paso previo para tener un hijo y ahora, a
menudo, sucede lo contrario. Como muestra, un par de datos: en 1977, tanto en
Canarias como en el conjunto de España aproximadamente el 97% de los nacidos
eran hijos de madres casadas. En 2017, dos terceras partes (67,3%) en Canarias
y casi la mitad (46,7%) en España de los nacidos eran hijos de madres no
casadas.
¿Cómo vivimos nuestras vidas?
Para buena parte de la humanidad, los productos culturales de consumo masivo,
que anteriormente eran las novelas y folletines y hoy son, en mayor medida, el
cine y las teleseries, nos proveen de modelos, de roles con los que construir
una vida, al estilo de “modelos con los que jugar y recortar”, los recortables
con los que aún jugaban muchos niños en las décadas de 1970-1980. En este
sentido es interesante analizar el desarrollo de la teleserie anteriormente
mencionada. Big Bang Theory narra en tono humorístico las peripecias, en el
entorno del Instituto Tecnológico de California, de un grupo de científicos
empollones con dificultades para tener relaciones con las mujeres. En los
inicios de la serie, en que sus protagonistas son jóvenes profesionales, tienen
un modelo de convivencia relativamente basado en compartir piso, pero a medida
que va avanzando la serie y la vida de sus personajes los modos de convivencia
van cambiando. El modelo de familia más tradicional viene representado por la
formada por Howard y Bernadette, y sus hijos, a los que a veces se les acopla
un amigo (Stewart). El que parecía el personaje más “incasable” de la serie,
Sheldon Cooper, personaje carente de habilidades sociales, se casa al inicio de
la última temporada con su novia, Amy. Leonard, quien fuera en un inicio
compañero de piso de Sheldon, se casa a mitad de la serie con Penny, el único
personaje que no tiene una carrera científica, tras convivir con ella durante cierto
tiempo, siguiendo la “nueva normalidad” de convivir antes de casarse. Por último,
el hindú y astrofísico Raj (Rajesh Kutrapali) harto de ser el único que
permanece soltero, decide aceptar la tradición familiar e intentar un
matrimonio arreglado. Hace un cuestionario, que le parece interesante y comenta
con sus amigos, lo que hace surgir problemas entre Penny y Leonard al hacer
emerger que él querría tener hijos y ella no. Para acabar de complicar la
situación, un ex novio de Penny le pide a Leonard que sea donante y así se
convierta en padre de su futuro hijo, ya que no pueden tener hijos de otro
modo. En una conversación “de chicas” entre Bernadette, Penny y Amy esta
última, neuro científica, afirma que es comprensible que Leonard se plantee ser
donante ya que en cuanto que seres vivos tenemos un condicionamiento biológico
muy fuerte para transmitir nuestros genes.
¿Cómo vivimos nuestras vidas?
Como ya dijimos anteriormente, las personas buscamos en los productos
culturales bloques con los que construir nuestra vida. Y, en este sentido, no
se puede decir que Big Bang Theory no nos dé ideas relativamente amplias y
variadas acerca de cómo convivir. Incluye personajes de distinto background religioso y cultural (judíos,
protestantes, católicos, hindúes…). Representa adecuadamente algunas de las
tendencias contemporáneas (el paso de los “pisos de amigos” a “vivir en pareja”
y finalmente casarse), y quizá lo único que le falta para una mayor
representación de la diversidad sería algún personaje homosexual. Pero no se
puede acusar a los guionistas de no darnos ideas acerca de cómo vivir nuestras
vidas, hasta el punto de sugerir plantear, ejemplificado en el debate entre
Leonard y Penny, uno de los debates a los que se enfrentan muchas parejas
contemporáneas: ¿es natural querer tener hijos o es una imposición del sistema
patriarcal para seguir sojuzgando a la mujer? (obviamente, cómo criar a los hijos
una vez que se tienen es otra cuestión). Uno de los fenómenos que más han
impactado en el último año en el mundo de la cultura, las humanidades y las
Ciencias Sociales, es lo que se ha dado en llamar como “el caso de los “Grievance Studies”. Con ánimo de denunciar
lo que entienden como la mala situación actual de las humanidades, un grupo de
profesores de éstas áreas en universidades de la Costa Oeste de Estados Unidos (el
mismo entorno en que se desarrolla Big Bang Theory) consiguieron publicar en
revistas académicas de alto impacto y mucho prestigio artículos que, de alguna
manera se habían inventado, siguiendo el caso
Sokal de veinte años atrás. En sus publicaciones, siguiendo teorías
filosóficas derivadas de Foucalt y Derrida que hay que acabar con la verdad y
la objetividad, que se plantea que “no es más que la subjetividad del varón
blanco”, llegan a realizar planteamientos cuando menos chocantes, como el de
plantear que todos los hombres heterosexuales deberían de ser penetrados para
hacerse menos patriarcales y menos homófobos, y, rizando el rizo, logran
publicar en una revista académica fragmentos del Mein Kampf de Hitler en que se cambia el término “judío” por el de “varón
heterosexual blanco”.¿Cómo respetamos la diversidad? En Big Bang Theory nos
presentan un conflicto: los deseos de una parte de una pareja (Leonard, tener
hijos) entran en conflicto con los de la otra parte (Penny, no tenerlos). Si
todos los deseos están socialmente condicionados, ¿deberíamos de re educar a
Leonard, al fin y al cabo “varón blanco heterosexual”? ¿O puede considerarse
que sus deseos son “naturales”, siguiendo las ideas más biologicistas de Amy?
Es una respuesta para la que yo, desde luego, no tengo respuesta. Pero, nos
guste o no, las personas a menudo miran a las humanidades y las Ciencias
Sociales en busca de orientación. Y, quizá porque a menudo, para buena parte de
la población, más que orientar desorientamos, la percepción de Peter
Boghossian, Helen Pluckrose y James A. Lindsay, los autores del escándalo de
los Grievance Studies, de que las Humanidades y las Ciencias Sociales
se han convertido en un ámbito cada vez menos relevante, es, cuando menos, algo
sobre lo que deberíamos reflexionar.
[1] El 19%
de la población vive en hogares donde hay un hijo, un 24% con dos hijos y un 7%
con tres hijos.
[2] El 45%
de quienes viven en estos hogares tienen 65 o más años, y casi el 75% tienen 50
o más años.
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